En mi primer post les comentaba que ahora, a mis casi 25
años, a diferencia de otras etapas de mi vida, me moría (me muero) de miedo. También les decía que esta edad, en realidad
la vida, te cae por sorpresa y a veces (o muchas veces) la vida no es como nos
la imaginamos, o como los medios de comunicación, nuestros padres o nuestro
entorno más cercano nos enseñaron que debería ser.
Estoy consciente de que un camino fácil y rápido a seguir es
apuntar a lo más o menos establecido por la sociedad como el rumbo correcto,
cosa siempre pensé no era para mí. De hecho, ya experimenté qué significa tener
una rutina en la “vida moderna”. De ella se dicen muchas cosas, pero yo saqué
mis propias conclusiones.
La primera conclusión es que la rutina no es aquel monstruo
cien por ciento malévolo que mata todo aquello que toca. No. Tiene su lado
bueno. La rutina nos da cierta protección que es ideal cuando nos estamos
adaptando a nuevas etapas de la vida. Les pondré un ejemplo. Imagínense que recién
han aprendido a conducir y que todos los días deben seguir un recorrido de ida
y vuelta. Las primeras veces que conduzcan por ese camino pues se sentirán
nerviosos, como es normal. Pero al cabo de algún tiempo tendrán mucha más
confianza en sus habilidad para conducir. En ese tiempo también se habrán
enfrentado a nuevas situaciones. Puede que alguna vez un carril de la pista
haya estado cerrado, o que por algún evento especial el tráfico haya estado más
pesado que de costumbre. No obstante, afrontar esas pequeñas nuevas situaciones
se hace mucho más fácil ya que está en un contexto que ya es conocido y
rutinario para ustedes. Si luego de ese tiempo ustedes se ven en la necesidad
de conducir por nuevos lugares, pues estarán mucho mejor entrenados que si no
hubieran tenido esta práctica previa, aunque seguramente sí se sentirán algo
nerviosos por la nueva experiencia. Noten, por favor, que digo “algo nerviosos”,
lo que significa que los nervios serán menores a los que se sintieron al inicio
de esta nueva experiencia.
Pero no negaré que la rutina sí tiene su lado negativo. Como
bien dice la canción “No cabe duda que es verdad que la costumbre, es más
fuerte que el amor”. En otras palabras, la rutina nos ata a lo que conocemos, a
pesar de que esto sea negativo para nosotros. Por eso digo que la rutina no
mata, sino nos tiene en agonía. Vivimos sin vida. Respiramos sin oxígeno. Nos
convierte en zombis civilizados. Nos roba la creatividad, los sueños, las ganas
de despertarnos cada mañana.
Y yo no quiero vivir así. No obstante, tengo que encontrar
herramientas para vencer mis miedos. Para no sucumbir a la tentación de
regresar a lo conocido, a lo cómodo, a lo agonizante. Y creo que fue de Dios encontrar este video
que me pregunta si me atrevo a soñar.
Ahora pienso en que debo dejar de preguntarme “¿Y si me sale
mal?” y preguntarme en vez “¿Y si me sale bien? Porque ahora comprendo que el
cambio no es pérdida, sino crecimiento y desarrollo. No perderé quien soy, sino
que seré una mejor versión de mi misma.
Sí, sí ustedes están pasando por lo mismo tal vez piensen en
que es más fácil escribirlo que hacerlo. Seguro que tienen razón. Pero si no lo
hacemos nos condenamos a una vida miserable. No estoy al inicio de mi vida. Ya
no soy una niña. Tengo que tomar acciones y pronto. Porque sino en un abrir y
cerrar de ojos me encontraré agonizante, frustrada y amargada, aferrada a una
vida estúpida y gris, y más muerta de miedo que nunca.
Ya no hay excusas. Es tiempo de soñar.
Escribes muy bien, por qué no seguiste escribiendo en este blog? felicitaciones por tus monólogos!
ResponderEliminarES 2020, aún escribes?
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