¿No les pasa que tenían las cosas planificadas? ¿Que tenían
cierto margen de error con el que estaban jugando y todo iba bien? Hasta que
sucede algo que creen no va a afectar lo planificado y BUM, ya todo está fuera
de control.
Y no necesariamente se trata de cosas que si no se cumplen
harán que el mundo tal y como lo conocemos desaparezca. No. Pero a veces uno se
planifica desde el día de hoy, hasta el día siguiente. Planifica qué comer, qué
actividad física hacer y hasta a qué hora hacerla, la hora de dormir, antes
cuánto tiempo leer. Y sólo por cambiar un poco los planes, ya nada de lo que
planificaste se cumplió. Hasta el día siguiente. Y tal vez el mundo siga
girando, pero tu mundo resultó distinto a lo que esperabas que fuera.
A veces lo toleramos. A veces no importa tanto. Pero otras,
¡ay pero otras, cómo nos fastidia! Y cuando uno repasa los eventos ocurridos
piensa “¡Rayos! ¡Debería ser menos considerada y hacer lo que me da la gana!”,
“Debí pararme y decir ‘Hasta aquí no más, me voy’ y san se acabó”. Y la cólera
que sentimos no es con los demás, es con uno mismo.
Porque a veces somos muy “considerados”, muy “gentiles”.
Cedemos ante los deseos de otros. Pero hay ocasiones en las que no deberíamos
hacerlo. Tal vez a los otros no les parezca que tenemos motivos suficientes.
Que somos unos aguafiestas. O tal vez que somos muy intolerantes. Pero ¿no
creen que las consideraciones y las gentilezas deberían ser primero con
nosotros mismos? ¿No somos, acaso, los únicos responsables de lograr las cosas
que nos proponemos? Por más “tontas” que parezcan. Como dormir a determinada
hora, como no perderte una seria en la televisión, como comer lo que uno desee.
Deberíamos plantearnos hacer lo que nos da la gana más seguido. Tomando en cuenta, claro, que no podemos pasar por encima de los derechos de los demás, pero siempre haciendo prevalecer nuestro derecho a decidir nuestra vida, desde lo más simple y banal hasta lo más complejo y profundo. Finalmente, se trata de lo más valioso que tenemos.
Deberíamos plantearnos hacer lo que nos da la gana más seguido. Tomando en cuenta, claro, que no podemos pasar por encima de los derechos de los demás, pero siempre haciendo prevalecer nuestro derecho a decidir nuestra vida, desde lo más simple y banal hasta lo más complejo y profundo. Finalmente, se trata de lo más valioso que tenemos.
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