Cuando tuviste una relación con alguien por mucho tiempo,
quedan muchos recuerdos de esa persona en tu vida diaria. Seguramente te regaló
muchas cosas que en verdad te gustan porque esa persona conocía tus gustos. Tus
lentes favoritos, el llavero hermoso del que cuelgan las llaves de tu casa, la
correa, el reloj, la billetera,… cosas que usamos a diario y que se convirtieron
en parte del tu día a día, aunque esa persona ya no esté a tu lado.
Canciones, ¡cuántas canciones que tienen grabado su nombre!
Románticas, divertidas, tristes, profundas, aquella que sonaba cuando se
conocieron, cuando descubrieron que había una conexión especial y única entre
los dos.
Lugares. La calle por la que caminaban juntos, la vereda por
la que llegaba hasta tu casa, la carretilla del chocolatero de la esquina donde
te compraba algún dulce. Lugares que tienen un antes y un después de.
Recuerdos digitales, electrónicos. Cosas que están guardadas
en tu email, en el chat. Aquellas que a veces no vemos y de las que no nos
deshacemos por eso justamente, pero que están ahí.
En realidad, sólo excusas para remover y sacar a flote aquello que atesoramos en nuestro ser. Vivencias que en parte nos han convertido en quienes somos ahora.
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